En mayo de 2025, nuestra Madre visitó las Comunidades de Sudáfrica y Namibia. La acompañaron Sor Maria-Theresia, su asistente, y Sor Anne-Elisabeth, que hizo el viaje desde Estados Unidos. Presentamos extractos de las cartas a las Comunidades.
Matjieskloof (Sudáfrica)
Toda la comunidad de Matjieskloof nos recibe con alegría. El 1 de mayo, Sor Thérèse-Anita, maestra de novicias, celebra su jubileo de 50 años de vida al servicio del Señor. Nuestras Hermanas de Karasburg, Gabis, Vredendal, Pella, Ceres e incluso Mosselbay pudieron venir para participar en esta gran fiesta. La iglesia, construida por nuestros primeros misioneros Oblatos, nos acoge engalanada para este día de fiesta. Monseñor Risi, obispo de la diócesis, acompañado por ocho sacerdotes, entre ellos dos Oblatos, preside esta hermosa celebración. En la tribuna del fondo de la iglesia, un coro bien entrenado anima la misa, al igual que nuestras Hermanas, cuyos cantos polifónicos son a la vez muy hermosos y conmovedores.

Al día siguiente, nos reunimos con Monseñor Risi. Él aprecia mucho el trabajo apostólico de nuestras Hermanas en su diócesis. Antes de partir hacia Namibia, nos desviamos hacia Bulletrap, un pueblito casi totalmente protestante, a donde Sor Agnès-Claudine va todos los días a dar clase en la pequeña escuela primaria que hay allí. Con otra maestra, se comparten seis clases. Da la impresión de que este pequeño pueblo está realmente en medio de la nada, rodeado de arena, colinas rocosas y escasos pastos. Pero aquí se hace mucho bien, y podemos dar gracias por ello.

Karasburg (Namibia)
Tenemos el recuerdo de los estrictos controles fronterizos entre los dos países. Esta vez, gracias a todos los Ángeles que nos preceden y rodean, todo transcurre muy bien y con rapidez. Y el viaje continúa por esta gran carretera que une la Ciudad del Cabo y el norte de Namibia, casi siempre en línea recta, a través de un paisaje poco habitado, donde la mano del hombre parece no haberlo tocado todavía; es tan hermoso, que nunca se cansa uno de admirarlo. Qué alegría volver a ver a nuestras queridas Hermanas de Karasburg. No tenemos la alegría de encontrarnos con los niños de la guardería que dirige la Hermana Thérèse-Bernadette, ya que estamos al final de una semana de vacaciones.
Gabis (Namibia)
Gabis es también uno de esos pueblos perdidos “en el desierto” en medio de la arena de color ocre. Es un pueblo pobre, pero el apostolado de nuestras Hermanas es precioso y ciertamente grande a los ojos de Dios. Con la ayuda de laicos, nuestras dos hermanas se ocupan de unos 140 niños de edades comprendidas entre los 6 y los 13 años. Estos niños y jóvenes, procedentes del pueblo y de las granjas diseminadas por este paisaje desértico, reciben aquí una buena educación y viven aquí como internos durante la semana. Todo es muy pobre… pero reina la alegría entre los niños.

Keetmanshoop (Namibia)
El lunes 5 de mayo, visita a Monseñor Christiaans que nos da una calurosa bienvenida; como es Oblato de San Francisco de Sales, nos sentimos inmediatamente en familia y sólo podemos dar gracias por esta amable visita. Antes de volver con nuestras Hermanas, realizamos una breve visita a la guardería, a 15 minutos en carro del “convento”. Sor Maura-Wilhelmina, directora de este pequeño mundo, nos acoge con alegría. Los niños -de 2 años y medio a 5 años- nos miran asombrados, con sus grandes ojos negros y sus hermosas sonrisas; sus canciones nos emocionan. Estos niños son realmente maravillosos y, además, ¡muy disciplinados! Lamentamos separarnos de ellos.

Pella (Sudáfrica)
El sol ya se había puesto cuando nos acogen nuestras Hermanas, las señoras del “Sales-Bond”, el grupo de Asociadas de San Francisco de Sales y un buen número de niños. En cuanto nos ven, se ponen a cantar, y es con cantos y bailes como somos conducidas a la casa de nuestras queridas Hermanas. Allí nos obsequian con otro baile, y una de las señoras del “Sales-Bond” nos dedica unas palabras de bienvenida. A continuación, nos revisten con una magnífica bufanda que tiene de un lado el retrato de San Francisco de Sales y del otro el logotipo del Año Jubilar; este regalo acompañado con una magnífica caja de dátiles. ¡Auténticos dátiles locales!

Sor Thérèse-Bernardine tiene una clase de 48 niños de 11 a 12 años, a los que les enseña 6 asignaturas diferentes. Los niños van a clase de 7 de la mañana a 2 de la tarde. En verano, el calor de la tarde es demasiado fuerte para estar en las aulas. En cuanto podamos, haremos una pequeña peregrinación a la tumba de Monseñor Simon en la catedral, que construyó con la ayuda de los primeros misioneros y de los lugareños. Verdaderamente, se necesitaban santos para lograr todo lo que hicieron aquí.
Un pequeño dato que me contó una de nuestras Hermanas: una señora de Pella, que va a hacer la compra semanal a otra localidad, trae a nuestras Hermanas el agua potable que necesitan, que paga de su propio bolsillo. ¡Qué hermosa es esta caridad! Nuestras Hermanas se ven obligadas a comprar agua embotellada, porque el agua de la llave no es potable.
Matjieskloof, de nuevo
Nuestras Hermanas aquí, como en todas partes, están muy implicadas en la catequesis y el apostolado. También se ocupan de la “Escuela Santa Ana”, a la que pueden asistir niñas de 12 a 16 años, como internas o como externas. El domingo por la tarde, visitamos el parque infantil que, poco a poco, Sor Françoise-Dorothée ha podido instalar con la ayuda de los jóvenes del pueblo, así como de donativos y bienhechores, algunos de los cuales han venido de Europa para ayudar en la construcción de estos juegos al aire libre.

Sor Françoise-Dorothée hace posible que muchos niños y jóvenes de Matjieskloof pasen todas las tardes de la semana en el parque infantil, en lugar de vagar por las calles. Muchos de estos jóvenes abandonan la escuela a los 14 – 15 años, y luego se quedan completamente sin trabajo. Rápidamente el peligro del alcohol y de la droga los acechan y empieza el infierno: la perspectiva de un empleo y de un futuro mejor que el que han conocido hasta ahora se desvanece. Desde principios de año, 5 jóvenes de entre 18 y 23 años de varios pueblos de la zona se han quitado la vida. Qué doloroso es esto… cuánto nos gustaría poder ayudarles a todos. ¡Esperemos que todas las semillitas sembradas en el corazón de los niños y jóvenes, en todos nuestros apostolados, den frutos de esperanza!
Vredendal (Sudáfrica)
12 de mayo: Llegamos a Vredendal (el valle de la paz) al anochecer. A partir de las 6 de la tarde, el sol empieza a desaparecer lentamente por el horizonte, y a las 7 de la noche la oscuridad es total. ¡Qué alegría encontrar de nuevo a nuestras queridas Hermanas! Sor Monica-Frances va todas las mañanas temprano a una escuela primaria de Vredendal, donde es muy apreciada. En cuanto empiece el nuevo año escolar, nuestras otras dos Hermanas participarán también en la catequesis.
Alrededor de Vredendal, enormes campos de viñedos dan trabajo a mucha gente, y los excelentes vinos elaborados con estas uvas se venden localmente o se exportan. Poco a poco se aprecia un cambio en la vegetación: todo se vuelve más verde, y entonces el paisaje se abre en un vasto valle famoso, el “Citrusdal”, y con razón: aquí se pueden admirar cantidades de plantaciones de limones y naranjas. A medida que nos acercamos a Ceres, otras plantaciones se extienden por doquier: duraznos, peras, albaricoques…
Ceres
Llegamos a Ceres bien entrada la tarde. Nuestras queridas Hermanas nos avisan de que habrá un corte de electricidad de las 6 p.m. a las 8 p.m. Todos los días, en Sudáfrica, una región sufre un corte de electricidad de 2 horas, para ahorrar la electricidad. Así que la comida es una “comida a la luz de las velas”. Del mismo modo, la iglesia se ilumina con velas, porque ya está completamente oscuro. Es bastante romántico, pero no siempre práctico.
Sor Maria-Albertina, Superiora, dirige la guardería donde, junto con otras maestras, atienden a más de 150 niños de entre 3 meses y 5 años. Sor Anna-Cecilia también dirige una guardería, que acoge a más de 150 niños. Estos edificios, muy modestos, están situados en un barrio muy pobre donde se han instalado muchas personas procedentes de Lesotho; hablan xhosa (se pronuncia «cosa») o sotho (se pronuncia «sothu») otras dos lenguas nacionales que Sor Anna-Cecilia conoce perfectamente. Los padres de estos niños vienen fácilmente a ver a Sor Anna-Cecilia porque pueden expresarse en su propia lengua, lo que es un verdadero consuelo para ellos. Si pudieran ver las “casas” donde viven la mayoría de estos niños, compartirían nuestra tristeza…

Gracias a las subvenciones del gobierno y a muchos bienhechores, todos estos niños reciben una buena comida todos los días de la semana y una fruta una vez a la semana; aquí son muy caras. Mucha gente no puede permitirse el lujo de comprarlas. Tenemos la alegría de visitar cada clase y nos impresiona la disciplina de estos niños, sin que la maestra tenga que decir nada. Ellos también cantan canciones para mostrarnos lo que ya han aprendido, y luego están encantados de recibir una buena golosina. Aquí, como en el jardín de infantes Aviat, la mayoría de los alumnos de cada clase son varones. Aquí también escasean las familias católicas. Las horas pasan rápido… demasiado rápido y una vez más dejamos a nuestras queridas Hermanas con pesar. ¡En todas partes nos sentimos “en casa”!
Mossel Bay (Sudáfrica)
Desde lejos se ve esta gran ciudad, que sigue expandiéndose. Nuestras Hermanas viven en una pequeña casa de un barrio popular, un poco más arriba de la colina y justo enfrente de la gran iglesia dedicada a San Blas. La mayoría de las casas unifamiliares son pequeñas. Son raros los edificios de varios pisos. A menudo hay barrios muy pobres en las afueras de las ciudades. Muchas personas de otros países piensan que encontrarán trabajo en Sudáfrica, así que se instalan en casas muy pequeñas que construyen
con casi nada.
Koelenhof (Sudáfrica)
Aquí se hace mucho bien y no se olvida a los pobres. Todos los días, de lunes a viernes, se distribuyen alimentos y siempre acuden muchas personas. La hermosa iglesia, construida con la ayuda de Sor Maria-Paula, está dedicada al Espíritu Santo. Que este Espíritu de amor inspire a nuestras Hermanas en todo y les ayude a glorificar a Dios a través de todas sus acciones y su apostolado. –
Nos acogen con alegría en la “escuela” – que significa escuela primaria y colegio – unos 600 alumnos y sus profesores. Nuestra Madre les dirige unas palabras de alegría y esperanza. Antes de volver a sus aulas, cada niño y joven recibe una fruta; ¡cuántas miradas llenas de luz y alegría!

En nuestros corazones nos llevamos tantos buenos recuerdos, tantas imágenes hermosas, tantas miradas luminosas, tanta belleza, ¡tantos motivos para dar gracias! De todo corazón, ¡gracias a nuestras Hermanas de Sudáfrica y Namibia que nos acogieron tan calurosamente en todas partes!